Se
subió al taxi con sentimientos encontrados, miraba por la ventana las luces de
la ciudad, toda esa retahíla de aves nocturnas que salen al abrigo de la
descarada juventud, ese ímpetu que te lleva a hacer lo inesperado sin mas
pretensión que divertirte como si no hubiera mañana ¿Le molesta el aire
acondicionado? Esa voz le abstrajo de sus pensamientos, repasaba mentalmente
los últimos días, al hacerlo cayo en la cuenta que no es necesario tomar
sustancias de tipo psicotrópicas para entrar en universos paralelos de difícil
salida...Hay una droga mucho mas poderosa que cualquier otra y que fabrica tu
propia mente...
No
me molesta le dijo al taxista...¿Donde me dijo?...Si calle Don Bosco Nº37. Vio
como miraba el práctico GPS e introducía la dirección, le sorprendía que no conociera
esa calle tan transitada en la ciudad...
¿Señorita
me puede decir?...Permanecía atento a la conversación entre el taxista y la
centralita cuando se percató al estar parados en un semáforo de que un búho se
encontraba en la copa de un árbol y le miraba atentamente. Era la segunda vez
que esto le sucedía, en una de las noches del verano hispalense al salir a
tirar la basura vio como un búho completamente blanco parecía esperarlo,
inmóvil y con el reflejo de la luna en sus llamativas pupilas, se le quedo
mirando durante un instante, sin saber muy bien que hacer...Hay quien cree que
es un aviso de algo que va a ocurrir, otros opinan que al mirarte te está
traspasando un poco de su poder...Lanzó la bolsa en el contenedor y se dio la
vuelta sin darle mas importancia...Días posteriores y como consecuencia de lo
acaecido si pensó que aquel encuentro inesperado tenia algún sentido.
Ya
hemos llegado son doscientas quince pesetas...Se quedo mirando por la
ventanilla intentando reconocer donde se encontraba, desde el espejo retrovisor
el chófer le miraba con una medio sonrisa, busco en su cartera un billete de
diez euros para pagar la carrera...¿Perdón como dice? Se empezó a poner algo
nervioso al comprobar que lo que se alojaba en el interior en la parte dispuesta
para los billetes eran las recordadas y ya desaparecidas pesetas, algunos de
mil y varios de quinientos...¡Pero esta no es la calle! ¿Donde estamos?...
Tranquilo
no te preocupes ven conmigo quiero enseñarte algo...Se dirigieron hasta una de
las calles adyacentes, entraron a un vetusto portal con poca luz, entraron en
el ascensor, cuando las puertas se cerraron de una de las paredes se desplegó
una bandeja con varias luces que iluminaban toda la estancia...¿Donde vamos
preguntó?...
Mientras
notaba en sus piernas una flojera y un calor que le inundaba poco a poco...Cuando
despertó se encontraba rodeado de personal de batas blancas que le observaban,
llevaba un dispositivo electrónico adherido a su pecho y podía observar en un monitor
una cuenta regresiva de números que emitía unos pitidos...A derecha e izquierda
distintas camas, cada una de ellas ocupada por una persona, pudo observar al "taxista"
como organizaba y daba las oportunas ordenes al personal de la estancia.
Se
le acercó le miro y le dijo...Los que aquí estáis es por que habéis sido
elegidos para poder viajar a una época concreta de vuestro pasado un instante
preciso no para cambiarlo si no para aprender de ello, a lo largo del tiempo habéis
recibido señales nuestras, algunos habéis sintonizado y otros andáis un poco
perdidos, mi misión aquí es poder ayudaros y si lo deseáis venir con nosotros a
un lugar que no os resultará desconocido, puesto que venís de allí...¡Andrés! Piensa
un hecho de tu existencia y te acompañaré hasta el, te conozco desde niño y me has
visto en varias ocasiones importantes de tu vida...Ahora descansa y elige ese
momento, solo hay un intento así que te deseo que hagas buena elección.
Todos
en pie en fila y procediendo a enganchar el mosquetón al cable metálico en la
parte superior, Andrés tenia su mirada puesta en el piloto rojo encendido a su
derecha otro verde todavía apagado, las sensaciones iban en aumento, su pulso
notaba que se aceleraba, un torrente de adrenalina circula ahora por sus venas,
por las pequeñas ventanitas del avión el paisaje de campos perfectamente
diferenciados, verdes y marrones en distintos tonos, delante suya su amigo y
compañero de andanzas Francisco. El responsable del salto el sargento Conde iba
repasando uno a uno la colocación del equipo de cada paracaidista, al llegar a
el mientras le ajustaba un poco mas el casco le dijo...Ahora hemos de trabajar,
ya descansaremos en el paraíso...Suerte!!
El
piloto verde se iluminó y su corazón le dio un vuelco, deseaba saltar cuanto antes
y poder volar era el primer salto, la puerta del Aviocar se abrió y a través de
ella, entraba una reparadora brisa, notaba su ropa empapada y el estomago algo
revuelto, el primero de la fila se colocó ante la salida ¡Preparado! ¡Salte!
Uno a uno iba viéndolos desaparecer...¡Salte!
El
compañero de adelante lo hizo con tan mala fortuna que quedó enganchado en la
puerta con los pies colgando, el sargento y Andrés intentaron subirlo pero era
imposible, los segundos se hacían interminables, aquello le parecía un mal
presagio… La angustia y el pánico reflejado en la cara de su desgraciado amigo,
de pronto el soldado cayó y Andrés saltó inmediatamente, de pronto al mirar
hacia arriba vio las cuerdas de su paracaídas enredadas y la campana medio
abierta, en aquel momento recordó la frase del sargento...Ya descansaremos en
el paraíso… El suelo se precipitaba hacia el, agarró fuerte la anilla de seguridad
del paracaídas de emergencia y tiró con decisión, tenia escasos segundos para
lograrlo, lanzo fuera el paquete de tela y lo aireo con las manos para que se
hinchara y detuviera la caída, cerró los ojos y notó el impacto contra el suelo
y se desmayo.
Poco
a poco notó como la luz entraba por su ojos, los fue abriendo y ante el, el
rostro amable del sargento Conde, reparo en mas detalles y pensó… ¡Que hace con
esa vestimenta! A su derecha otros dos seres mas, uno de ellos parecía estar al
cargo de los instrumentos...¡Todos los parámetros correctos, ¡Ha vuelto!... ¡Bienvenido!
Vístete
tengo el taxi abajo, te llevo... Cuando llegaron a destino, el taxista le dijo,
diez con cuarenta por favor...Buscó en su cartera metió la mano y en esta
ocasión si pudo encontrar los billetes de euro anteriormente
desaparecidos...Justo cuando se despedía y dirigía sus pasos hasta la acera oyó
una voz... Se giró y vio al taxista vestido de militar...Con una sonrisa en sus
labios le decía... ¡No olvides Andrés! En ese momento un precioso búho blanco
aleteo con fuerza alejándose del lugar…En la mente de Andrés una frase… Ahora hemos de trabajar, ya descansaremos en
el paraíso.
Pedro M.Girón.