viernes, 7 de agosto de 2015

"Don Bosco 37" Relato


Se subió al taxi con sentimientos encontrados, miraba por la ventana las luces de la ciudad, toda esa retahíla de aves nocturnas que salen al abrigo de la descarada juventud, ese ímpetu que te lleva a hacer lo inesperado sin mas pretensión que divertirte como si no hubiera mañana ¿Le molesta el aire acondicionado? Esa voz le abstrajo de sus pensamientos, repasaba mentalmente los últimos días, al hacerlo cayo en la cuenta que no es necesario tomar sustancias de tipo psicotrópicas para entrar en universos paralelos de difícil salida...Hay una droga mucho mas poderosa que cualquier otra y que fabrica tu propia mente...

No me molesta le dijo al taxista...¿Donde me dijo?...Si calle Don Bosco Nº37. Vio como miraba el práctico GPS e introducía la dirección, le sorprendía que no conociera esa calle tan transitada en la ciudad...
¿Señorita me puede decir?...Permanecía atento a la conversación entre el taxista y la centralita cuando se percató al estar parados en un semáforo de que un búho se encontraba en la copa de un árbol y le miraba atentamente. Era la segunda vez que esto le sucedía, en una de las noches del verano hispalense al salir a tirar la basura vio como un búho completamente blanco parecía esperarlo, inmóvil y con el reflejo de la luna en sus llamativas pupilas, se le quedo mirando durante un instante, sin saber muy bien que hacer...Hay quien cree que es un aviso de algo que va a ocurrir, otros opinan que al mirarte te está traspasando un poco de su poder...Lanzó la bolsa en el contenedor y se dio la vuelta sin darle mas importancia...Días posteriores y como consecuencia de lo acaecido si pensó que aquel encuentro inesperado tenia algún sentido.

Ya hemos llegado son doscientas quince pesetas...Se quedo mirando por la ventanilla intentando reconocer donde se encontraba, desde el espejo retrovisor el chófer le miraba con una medio sonrisa, busco en su cartera un billete de diez euros para pagar la carrera...¿Perdón como dice? Se empezó a poner algo nervioso al comprobar que lo que se alojaba en el interior en la parte dispuesta para los billetes eran las recordadas y ya desaparecidas pesetas, algunos de mil y varios de quinientos...¡Pero esta no es la calle! ¿Donde estamos?...


Tranquilo no te preocupes ven conmigo quiero enseñarte algo...Se dirigieron hasta una de las calles adyacentes, entraron a un vetusto portal con poca luz, entraron en el ascensor, cuando las puertas se cerraron de una de las paredes se desplegó una bandeja con varias luces que iluminaban toda la estancia...¿Donde vamos preguntó?...

Mientras notaba en sus piernas una flojera y un calor que le inundaba poco a poco...Cuando despertó se encontraba rodeado de personal de batas blancas que le observaban, llevaba un dispositivo electrónico adherido a su pecho y podía observar en un monitor una cuenta regresiva de números que emitía unos pitidos...A derecha e izquierda distintas camas, cada una de ellas ocupada por una persona, pudo observar al "taxista" como organizaba y daba las oportunas ordenes al personal de la estancia.

Se le acercó le miro y le dijo...Los que aquí estáis es por que habéis sido elegidos para poder viajar a una época concreta de vuestro pasado un instante preciso no para cambiarlo si no para aprender de ello, a lo largo del tiempo habéis recibido señales nuestras, algunos habéis sintonizado y otros andáis un poco perdidos, mi misión aquí es poder ayudaros y si lo deseáis venir con nosotros a un lugar que no os resultará desconocido, puesto que venís de allí...¡Andrés! Piensa un hecho de tu existencia y te acompañaré hasta el, te conozco desde niño y me has visto en varias ocasiones importantes de tu vida...Ahora descansa y elige ese momento, solo hay un intento así que te deseo que hagas buena elección.




Sentados a cada lado del avión unos enfrente de otros, miraba el rostro de los compañeros de salto, cuando las ruedas dejaron de tocar la pista sintió un cosquilleo y la maravillosa sensación de saber que ahora ya estas volando, todo se vuelve etéreo, mas inseguro pero feliz de poder compartir cielos con las nubes y pájaros.

Todos en pie en fila y procediendo a enganchar el mosquetón al cable metálico en la parte superior, Andrés tenia su mirada puesta en el piloto rojo encendido a su derecha otro verde todavía apagado, las sensaciones iban en aumento, su pulso notaba que se aceleraba, un torrente de adrenalina circula ahora por sus venas, por las pequeñas ventanitas del avión el paisaje de campos perfectamente diferenciados, verdes y marrones en distintos tonos, delante suya su amigo y compañero de andanzas Francisco. El responsable del salto el sargento Conde iba repasando uno a uno la colocación del equipo de cada paracaidista, al llegar a el mientras le ajustaba un poco mas el casco le dijo...Ahora hemos de trabajar, ya descansaremos en el paraíso...Suerte!!

El piloto verde se iluminó y su corazón le dio un vuelco, deseaba saltar cuanto antes y poder volar era el primer salto, la puerta del Aviocar se abrió y a través de ella, entraba una reparadora brisa, notaba su ropa empapada y el estomago algo revuelto, el primero de la fila se colocó ante la salida ¡Preparado! ¡Salte! Uno a uno iba viéndolos desaparecer...¡Salte!

El compañero de adelante lo hizo con tan mala fortuna que quedó enganchado en la puerta con los pies colgando, el sargento y Andrés intentaron subirlo pero era imposible, los segundos se hacían interminables, aquello le parecía un mal presagio… La angustia y el pánico reflejado en la cara de su desgraciado amigo, de pronto el soldado cayó y Andrés saltó inmediatamente, de pronto al mirar hacia arriba vio las cuerdas de su paracaídas enredadas y la campana medio abierta, en aquel momento recordó la frase del sargento...Ya descansaremos en el paraíso… El suelo se precipitaba hacia el, agarró fuerte la anilla de seguridad del paracaídas de emergencia y tiró con decisión, tenia escasos segundos para lograrlo, lanzo fuera el paquete de tela y lo aireo con las manos para que se hinchara y detuviera la caída, cerró los ojos y notó el impacto contra el suelo y se desmayo.


Poco a poco notó como la luz entraba por su ojos, los fue abriendo y ante el, el rostro amable del sargento Conde, reparo en mas detalles y pensó… ¡Que hace con esa vestimenta! A su derecha otros dos seres mas, uno de ellos parecía estar al cargo de los instrumentos...¡Todos los parámetros correctos, ¡Ha vuelto!... ¡Bienvenido!

Vístete tengo el taxi abajo, te llevo... Cuando llegaron a destino, el taxista le dijo, diez con cuarenta por favor...Buscó en su cartera metió la mano y en esta ocasión si pudo encontrar los billetes de euro anteriormente desaparecidos...Justo cuando se despedía y dirigía sus pasos hasta la acera oyó una voz... Se giró y vio al taxista vestido de militar...Con una sonrisa en sus labios le decía... ¡No olvides Andrés! En ese momento un precioso búho blanco aleteo con fuerza alejándose del lugar…En la mente de Andrés una frase…  Ahora hemos de trabajar, ya descansaremos en el paraíso.

Pedro M.Girón.






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